Descubren en la Patagonia Argentina un nuevo dinosaurio de casi 100 millones de años. Los restos del Chakisaurus Nekul, veloz corredor y con un tamaño que podía llegar a los 3 metros de largo y 70 centímetros de alto, fueron encontrados en la Reserva Natural Pueblo Blanco, provincia de Río Negro. El hallazgo redefine la comprensión de la fauna prehistórica y aporta información clave para entender particularidades del grupo conocido como Elasmaria, que incluye dinosaurios herbívoros de tamaño mediano a pequeño.
Se trata de un animal de unos 200 kilogramos que vivió hace medio millón de años. Desde el Museo Paleontológico de San Pedro destacaron que las piezas encontradas, entre ellas una mano y un pie completos, estaban en la misma disposición que cuando caminaba por la llanura pampeana de Argentina.
En el vasto y azotado por el viento territorio de la Patagonia, al extremo sur de América del Sur, nace una leyenda tan imponente como su misterioso paisaje: la de los gigantes Patagónicos. Esta historia fascinó a exploradores e historiadores por siglos.
El hallazgo fue realizado en la provincia de Neuquén, en la Patagonia argentina. Se trata de un saurópodo de unos 18 metros de largo y unas 15 toneladas de peso. Un integrante del equipo detalla las particulares características de la especie y de la zona donde se lo encontró y el porqué del nombre, que también es homenaje y reconocimiento.
La leyenda de la Arca de Noé, arraigada en la tradición bíblica, relata un diluvio divino destinado a purificar el mundo de su malevolencia, rescatando a Noé, su familia y a parejas de todas las especies animales en una vasta embarcación. Sin embargo, este relato, fundamental en la cultura judeocristiana, no está solo. Resonancias notables de inundaciones similares se hallan en las narrativas de distintas civilizaciones antiguas en todo el globo. Desde la epopeya de Gilgamesh en Mesopotamia hasta los relatos de Manu en la mitología hindú, estas historias comparten elementos esenciales: una catástrofe inundadora, la intervención divina y la preservación de unos pocos elegidos.
n Japón, una historia fascinante se teje alrededor de una estatua con rasgos reptilianos resguardada en el Templo Horyuji de Nara. Esta figura, peculiar en su mezcla de características humanoides y reptilianas, ha sido el centro de una trama envuelta en secretos. En el velo del año 2017, en un acto envuelto en misterio, se retiró esta estatua de la exposición pública, desapareciendo de la vista del público que visitaba el templo en Ikaruga, en la prefectura de Nara. Desde entonces, su paradero se ha perdido en el laberinto del desconocimiento.
El 30 de junio de 1908, en el tranquila región de Tunguska, ocurrió un suceso increíble. Un estruendo gigantesco sacudió el lugar, resonando en toda Siberia. Los testimonios describen un espectáculo celestial: una luz deslumbrante que arrasó todo a su paso.
Las referencias históricas y mitológicas sobre tierras míticas como Hiperbórea y la Atlántida han perdurado a lo largo del tiempo. Heródoto, al igual que Platón con la Atlántida, mencionó la leyenda egipcia de Hiperbórea, un continente en el extremo norte. Se cuenta que cuando el hielo devastó esta tierra ancestral, sus habitantes emigraron al sur.
En la amplia orilla del conocimiento yace una certeza arraigada: la Gran Pirámide de Guiza, majestuosa en su envergadura, se conoce como el sepulcro final del antiguo faraón egipcio Keops, datando del siglo XXVI antes de Cristo. Sin embargo, una sombra se cierne sobre esta creencia arraigada.
La meseta de Guiza emerge como un crisol de enigmas entre los sitios antiguos más icónicos del planeta. Desde la magnificencia de la Gran Pirámide hasta la enigmática mirada de la Esfinge, su misterio se cierne sobre la historia. A pesar de siglos de escrutinio, el enigma persiste: ¿quién erigió estos monumentos colosales y con qué propósito?
¿Podría haber existido una civilización avanzada en la Tierra hace más de 10.000 años, cuyos restos y legado aún sean reconocibles en la actualidad como la sede de un poder ancestral? ¿Acaso la humanidad ha olvidado su propio pasado, sumida en lo que Graham Hancock llamó magistralmente "la especie con amnesia"?
En los recovecos polvorientos de la historia reposan las sombras de una ciudad cuyas calles resonaban con el susurro de la sabiduría ancestral. En aquellos días lejanos, en la desembocadura del majestuoso Nilo, yacía una urbe cuyos muros albergaban más que el esplendor del Imperio Romano. Alejandría, una joya en el corazón del Mediterráneo, no solo era el epicentro del poder político, sino el santuario del conocimiento humano.
La historia de la humanidad, atada a los relatos de los vencedores, sus glorias y su influencia, ha sido moldeada a lo largo de los siglos. Pero, ¿qué pasaría si la narrativa aceptada es solo una fracción de una historia más compleja?