Energía eléctrica en la antiguedad

En la amplia orilla del conocimiento yace una certeza arraigada: la Gran Pirámide de Guiza, majestuosa en su envergadura, se conoce como el sepulcro final del antiguo faraón egipcio Keops, datando del siglo XXVI antes de Cristo. Sin embargo, una sombra se cierne sobre esta creencia arraigada.

En el seno de la gran pirámide, los vestigios habituales de las tumbas egipcias no han encontrado su morada: ni momias, ni los tesoros opulentos que adornan los reposos reales, como valiosas joyas o arte suntuoso. Esta ausencia despierta cuestionamientos sobre su identidad: ¿cómo puede considerarse la Gran Pirámide de Guiza una tumba si carece de los rasgos distintivos de otras sepulturas?

Por ello, se alza una voz discordante entre quienes postulan que no es un mausoleo, sino un antiguo centro energético. A primera vista, esta noción parece fantástica, pero los indicios presentados abonan su viabilidad. Se considera, por ejemplo, que la estructura originalmente estaba envuelta por bloques de piedra caliza de Toba Blanca, encajados con tal precisión que ni una hoja de afeitar lograría deslizarse entre ellos. La singular propiedad aislante de la piedra caliza de Toba Blanca se destaca aquí. Bajo esta envoltura aislante, los pasajes y túneles internos están revestidos con granito, conocido por su conductividad eléctrica, sorprendentemente ausente en esa región. Así, las 8000 toneladas de granito usadas en la pirámide debieron viajar más de 500 millas hasta Guiza, un esfuerzo colosal que, se especula, debió tener un propósito definido.

Aún más intrigante es el remate histórico de la gran pirámide: una piedra angular de oro, uno de los materiales más conductores de electricidad en la tierra. Esta no es una mera suposición. En 2018, un estudio científico publicado en una revista de física aplicada reveló que la gran pirámide, de hecho, podría concentrar energía electromagnética en sus cámaras internas y bajo su base. Surgió la imagen de la Gran Pirámide de Guiza como un conducto perfectamente erigido, canalizando electricidad a través de sus cámaras hasta su pináculo dorado, hacia el mundo.

No obstante, esta teoría plantea más interrogantes que respuestas. ¿Qué electricidad podría haberse empleado? Los registros históricos principales no mencionan la ciencia eléctrica hasta milenios después de la era dorada de Egipto. ¿Cómo podría esta estructura haber fungido como una planta energética si la electricidad aún no era un dominio científico?

Para comprender esta enigmática hipótesis, se dirige la mirada hacia las entrañas de la Gran Pirámide, específicamente a la histórica Cámara del Rey. Allí, en lugar de la momia y los tesoros faraónicos, reposa un objeto simple: un cofre de granito, vacío. Curiosamente, las dimensiones de este vacío coinciden exactamente con uno de los artefactos más legendarios y misteriosos de la historia.

Responder a la incógnita de una antigua energía eléctrica implica adentrarse en el Arca de la Alianza.

Según la Biblia Hebrea, tras liberar a los israelitas de Egipto, Moisés ascendió al Monte Sinaí para encontrarse con Dios y recibir los diez mandamientos. Pero, su encuentro en la montaña no solo atañía a estos preceptos, sino también a instrucciones detalladas sobre la creación de un objeto que se convertiría en símbolo de fe judía: el Arca de la Alianza. En el capítulo 25 de Éxodo, se describe el meticuloso diseño del arca, revestida de oro, con querubines tallados, portadores del propiciatorio. Este relato es notable ya que el judaísmo rechaza la idolatría, una manifestación física de la espiritualidad. Curiosamente, estas detalladas instrucciones divinas para crear un ídolo plantean interrogantes.

No obstante, el Arca no era un ídolo común: se prohibía su contacto y hasta su mirada, contraviniendo la naturaleza de otros ídolos destinados a ser vistos y adorados.

El traslado del Arca se llevaba a cabo con sumo cuidado, cubriéndola con telas y pieles, sin permitir que tocara el suelo siquiera. Incluso el sumo sacerdote, al aproximarse, llevaba una cuerda atada a su cintura, en previsión de un desenlace fatal al estar en su presencia.

Sin embargo, el Arca poseía poderes insólitos. Durante los años de travesía en el desierto, se cuenta que despejaba el camino, disparando alguna forma de energía entre los querubines en su tapa para aniquilar serpientes, escorpiones y otros peligros.

Los relatos ancestrales narran incidentes fatales y mutilaciones cuando alguien se aproximaba al Arca. Incluso el sumo sacerdote debía ingresar a la cámara que la resguardaba con extrema precaución.

En las crónicas, se entremezclan episodios como la división del Mar Rojo con la intervención del Arca, o el derrumbe de las murallas de Jericó al son de sus cuernos. La historia de su traslado entre pueblos, acompañada por sucesos desafortunados para aquellos que la albergaban, es la epopeya de un artefacto que oscilaba entre inspirar y aterrar.

Durante siglos, se ha especulado sobre el destino del Arca. El Kebra Nagast, antiguo texto etíope, sugiere que la reina de Saba viajó a visitar al rey Salomón y, tras su regreso a Etiopía, dio a luz a Menelik. Este niño, convertido en rey, fundó una dinastía que perduró hasta 1974, y se dice que llevó consigo el Arca, custodiado en Etiopía hasta hoy por monjes dedicados a su protección.

No obstante, otras leyendas rivalizan con esta versión. Se menciona que Jeremías lo ocultó en una montaña en lo que hoy es Jordania, mientras que algunos creen que los caballeros templarios lo llevaron a Europa, escondiéndolo en la capilla Rosslyn en Escocia. Otros afirman que yace enterrado bajo el Monte del Templo en Jerusalén, esperando ser hallado, lo que explicaría avistamientos de ovnis sobre la ciudad.

El paradero del Arca ha desafiado a exploradores y buscadores a lo largo de la historia, una búsqueda perpetua dada su presunta influencia y poder.

En el año 1981, la pantalla grande se vio envuelta en la frenética búsqueda de Indiana Jones por el Arca Perdida, donde la premura por encontrarla antes que los alemanes, que ambicionaban su inmenso poder para fines terribles, constituía el meollo de la trama. Podría parecer solo una película, pero su esencia se arraiga en una verdad sorprendentemente precisa.

Se conoce que los alemanes, imbuidos por un ferviente interés en lo oculto y en enigmáticos artefactos ancestrales, emprendieron inquietantes expediciones. Heinrich Himmler, líder de las SS y segundo hombre más poderoso en el Tercer Reich, se aventuró a las montañas de Montserrat en 1940, en busca del Santo Grial bíblico. Creía que el legendario martillo de Thor representaba una de las primeras armas de guerra de nuestros ancestros, según sus propias palabras. Se susurraba que incluso Hitler anhelaba el arma que atravesó el costado de Jesús en la cruz. Otros sugerían que los alemanes, valiéndose de globos espías, rastreaban el Arca de Noé en el Monte Ararat, donde, se cuenta, reposó tras el diluvio.

La sugestión de que los nazis ansiaban el poder místico del Arca de la Alianza para sus propósitos no es tan descabellada como pudiera parecer. Esto despierta la cuestión crítica: ¿qué poderes poseía realmente el Arca? ¿Eran verídicas las historias? ¿Acaso era una especie de superarma, o tal vez algo aún más asombroso?

En el año 1745, un científico landés llamado Peter Famuschenbrook reveló una invención que transformaría la Física Eléctrica: la Botella de Liden, así nombrada en honor a su ciudad natal, Liden. Esta botella, un tipo de condensador, se construía revistiendo un frasco de vidrio con láminas metálicas conductoras tanto en su interior como en su exterior. Una varilla metálica se alzaba desde la boca del frasco, atrayendo la carga atmosférica. La superficie interna y externa recolectaba y almacenaba cargas opuestas, aisladas por el vidrio.

El aislamiento del vidrio permitía separar los conductores y sus cargas. Se asemeja a la historia de Benjamin Franklin, quien experimentó con electricidad durante una tormenta, utilizando una cometa y una "maravillosa botella de Munchenbrook". Sin embargo, poco después del surgimiento de la Botella de Liden, Georg Christoph Liechtenberg, uno de los precursores de la ciencia eléctrica, propuso una idea revolucionaria: que el Arca bíblica del pacto era, en verdad, una antigua Botella de Liden.

La noción ganó aceptación y artículos en todo el mundo describían al Arca como una Botella de Liden muy costosa pero perfecta. Imaginen, el Arca era una caja de madera recubierta tanto por dentro como por fuera de oro, al igual que la Botella de Liden revestida con papel de aluminio, siendo el oro mucho más conductor. Se especula que la capa interna de oro recolectaba una carga positiva, y la externa, una negativa, creando un condensador cargado. Incluso se ha sugerido que los querubines conectados a cada capa facilitaban esta función, convirtiendo al Arca en un acumulador primitivo perfecto.

Sin embargo, estas teorías plantean más interrogantes. ¿Qué sucedería si el Arca fuera colocada en un sitio específico? En el corazón de la Gran Pirámide, en la misteriosa Cámara del Rey, se halló un cofre de piedra con un vacío exacto del tamaño del Arca de la Alianza. Se murmura sobre túneles de unos 20x20 centímetros que se extienden por las entrañas de la pirámide. Un equipo de investigadores descubrió una cámara bloqueada por una gran piedra tras una puerta de metal inusual. Se cree que estos jeroglíficos dentro de la cámara son antiguos diagramas de cableado, detallando cómo usar la Gran Pirámide como generador eléctrico.

La Gran Pirámide y la Gran Esfinge han dejado perplejos a muchos. ¿Cómo se colocaron en alineación perfecta con las estrellas? ¿Cómo se utilizaron complejas ecuaciones matemáticas en su ingeniería siglos antes de su descubrimiento oficial?

Todo esto nos hace preguntarnos: ¿acaso Moisés, debido a su formación en la realeza egipcia, tenía conocimientos de estos secretos? ¿Quizás incluso se llevó algo más de Egipto que solo sabiduría? Es posible que los israelitas, al escapar de Egipto, se llevaran consigo algo monumental: el supercondensador en el corazón de la planta eléctrica de Egipto: el Arca de la Alianza.

La supresión de este conocimiento no es ajena a la historia. Nikola Tesla, obsesionado con las pirámides y estudios profundizados del antiguo Egipto, ideó su propia versión de una pirámide electromagnética. El magnate financiero JP Morgan cortó fondos para su proyecto, privando al mundo de la posibilidad de una energía gratuita y limitada, tal como se ha suprimido la información sobre un Egipto eléctrico y el verdadero propósito del Arca de la Alianza.